Primero hablemos de la La Salud Geoambiental
hasta más de 10 000
Bq/m3.¿Qué es salud geoambiental?
La salud geoambiental es una
nueva disciplina científico-técnica dirigida a la identificación de los
diferentes factores de riesgo presentes en nuestro entorno. Factores de origen
geofísico, físicos, químicos y biológicos que confluyen en el interior de los
edificios en los que trabajamos y vivimos.
La salud geoambiental
es una forma de entender que una gran parte de las enfermedades que sufrimos
hoy en día tienen su origen en nuestro entorno, y se pueden prevenir si lo
cuidamos.
Cada día está más claro el peso
que el medio ambiente ejerce sobre nuestra salud. La OMS considera que “el
medio ambiente es responsable de 13 millones de muertes anuales”. También
alerta que “en los países desarrollados, un medio ambiente más saludable
permitiría reducir considerablemente la incidencia de cánceres, enfermedades
cardiovasculares, asma, infecciones de las vías respiratorias inferiores,
enfermedades osteomusculares, lesiones por accidentes de tránsito,
intoxicaciones y ahogamientos”.
Por tanto, cada día cobra más
sentido abordar la enfermedad desde el punto de vista del estudio del entorno
de la persona. El estudio de todos los factores de riesgo que nos rodean, nos
orientará sobre el historial de exposición a factores de contaminación
geoambiental de la persona y nos aporta un mayor conocimiento de su estado de
salud y de los posibles riesgos. Esto cobra especial importancia cuando nos
encontramos con, trastornos del sistema nervioso, del sistema endocrino,
sistema inmune o trastornos degenerativos. También en determinadas enfermedades
emergentes como el SQM, síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, Electrosensibilidad,
todos ellos síndromes de sensibilización central. Existen también artículos
científicos que relacionan otras enfermedades como el TDAH Trastorno de
déficit de atención e hiperactividad y el Alzheimer con exposiciones
ambientales.
Los conocimientos científicos
actuales permiten investigar, detectar y medir multitud de fenómenos que hasta
hace poco no se consideraban peligrosos.
La salud geoambiental constituye
una increíble herramienta para la prevención de enfermedades, aunque todavía
son pocos los médicos y profesionales de la salud que la utilizan de forma
generalizada. Suele ser más bien un último recurso al que se acude, y no
siempre, cuando fallan las técnicas y tratamientos convencionales en el
abordaje de la salud humana.
Sin embargo, en el entorno de
la medicina ambiental y la medicina integrativa,
el uso de esta herramienta es mucho más frecuente, no sólo en el ámbito de la
prevención sino también en el tratamiento de diversos problemas de salud e
incluso de patologías más graves. Los profesionales de las terapias
alternativas también hacen un uso activo de la salud geoambiental.
¿Qué es el
radón?
El radón es un gas de origen
natural. No tiene olor, color ni sabor. El radón se produce a partir de la
desintegración radiactiva natural del uranio, que está presente de forma
natural en suelos y rocas. El radón también puede estar presente en el agua.
El radón emana fácilmente del
suelo y pasa al aire, donde se desintegra y emite partículas radiactivas. Al
respirar e inhalar esas partículas, estas se depositan en las células que
recubren las vías respiratorias, donde pueden dañar el ADN y provocar cáncer de
pulmón.
Al aire libre, el radón se diluye
rápidamente, tiene concentraciones muy bajas y no suele representar ningún
problema. La concentración media1 de radón al aire libre
varía de 5 Bq/m3 a 15 Bq/m3. En cambio, en espacios
cerrados, las concentraciones de radón son más elevadas, en especial en lugares
como minas, cuevas y plantas de tratamiento de aguas, donde se registran los
niveles más altos. En edificios (como viviendas, escuelas y oficinas), las
concentraciones de radón varían de <10 bq="" m="" sup="">310>
Efectos del
radón para la salud
El radón es la segunda causa más
importante de cáncer de pulmón después del tabaco. Se estima que la proporción
de los casos de cáncer de pulmón a nivel nacional atribuibles al radón con
respecto al total varía de un 3% a un 14%, en función de la concentración media
nacional de radón y de la prevalencia de consumo de tabaco del país.
La primera vez que se detectó un
aumento en la tasa de cáncer de pulmón fue entre trabajadores de minas de
uranio expuestos a altas concentraciones de gas radón. Además, hay estudios
realizados en Europa, América del Norte y China que confirman que incluso en
concentraciones bajas, como las que se encuentran en las viviendas, el radón
también entraña riesgos para la salud y contribuye considerablemente a la
aparición de cáncer de pulmón en todo el mundo.
El riesgo de cáncer de pulmón
aumenta en un 16% con cada incremento de 100 Bq/m3 en la
concentración media de radón a largo plazo. La relación dosis-respuesta es
lineal: por ejemplo, el riesgo de cáncer de pulmón aumenta de manera
proporcional al aumento de la exposición al radón.
La probabilidad de que el radón
provoque cáncer de pulmón es mayor en personas que fuman. De hecho, se estima
que el riesgo asociado al radón que corre un fumador es 25 veces superior que
en el caso de los no fumadores. Hasta la fecha, no se ha determinado que haya
riesgo de otro tipo de cáncer.
El radón en las
viviendas
La mayor exposición al radón
suele producirse en el hogar. La concentración de radón en una vivienda depende
de:
- la cantidad de uranio que contienen las rocas y el terreno del subsuelo;
- las vías que el radón encuentra para filtrarse en las viviendas; y
- la tasa de intercambio de aire entre el interior y el exterior, que depende del tipo de construcción, los hábitos de ventilación de sus habitantes y la estanqueidad del edificio.
El radón se filtra en las casas a
través de grietas en los suelos o en la unión del piso con las paredes,
espacios alrededor de las tuberías o cables, pequeños poros que presentan las
pareces construidas con bloques de hormigón huecos, o por los sumideros y
desagües. Por lo general, el radón suele alcanzar concentraciones más elevadas
en los sótanos, bodegas y espacios habitables que están en contacto directo con
el terreno.
Las concentraciones de radón
varían entre casas adyacentes, y dentro de una misma casa, de un día para otro
o, incluso, de una hora para otra. La concentración de radón en las viviendas
puede medirse de un modo sencillo y económico. Debido a esas fluctuaciones, es
preferible calcular la concentración media anual en el aire de interiores,
midiendo las concentraciones de radón al menos durante tres meses. Ahora bien,
las mediciones han de llevarse a cabo con arreglo a los protocolos nacionales,
a fin de garantizar su uniformidad y su fiabilidad a la hora de tomar decisiones.
Reducción de la
concentración de radón en las viviendas
Existen métodos probados,
duraderos y costoeficaces para prevenir la filtración de radón en viviendas de
nueva construcción y reducir su concentración en las viviendas existentes. Al
construir un edificio, hay que tener en cuenta la prevención de la exposición
al radón, sobre todo en zonas geológicas con alta concentración de este gas. En
muchos países de Europa y en los Estados Unidos, en las edificaciones nuevas,
se adoptan medidas de protección de forma sistemática y en algunos países es,
incluso, obligatorio.
Las concentraciones de radón en
las viviendas existentes pueden reducirse del modo siguiente:
- mejorando la ventilación del forjado;
- instalando un sistema de extracción mecánica del radón en el sótano, el forjado o la solera;
- evitando que el radón se filtre desde el sótano hasta las habitaciones;
- sellando el piso y las paredes; y
- mejorando la ventilación de la vivienda.
Los sistemas pasivos de
mitigación pueden reducir los niveles de radón en interiores hasta más de un
50%. Si además, se utiliza un sistema de ventilación de radón esos niveles
pueden descender aún más.
Presencia de
radón en el agua potable
En muchos países, el agua potable
proviene de fuentes subterráneas como manantiales o pozos, que normalmente
tienen concentraciones mucho más altas de radón que el agua de superficie de
ríos, pantanos y lagos.
Hasta la fecha, en los estudios
epidemiológicos realizados no se ha encontrado ninguna relación entre la
presencia de radón en el agua potable y un mayor riesgo de cáncer de estómago.
El radón que está disuelto en el agua potable puede pasar al aire de los
espacios interiores. Normalmente, la cantidad de radón que se inhala al
respirar es mayor que la que se ingiere al beber.
Las Guías de la OMS para la
calidad del agua potable (2011) recomiendan que los niveles para realizar
pruebas de concentración de radón en el agua potable se establezcan en función
del nivel nacional de referencia para la concentración de radón en el aire. En
los casos en que se prevea una concentración elevada de radón en el agua
potable, conviene medir las concentraciones de radón. Existen técnicas
sencillas y eficaces para reducir la concentración de radón en el suministro de
agua potable mediante aireación o el uso de filtros de carbón activo granular.
Respuesta de la
OMS
En 2009, la OMS publicó el Manual
de la OMS sobre el radón en interiores: una perspectiva de salud pública,
que ofrece propuestas normativas destinadas a reducir los riesgos para la salud
derivados de la exposición al radón en las viviendas del modo siguiente:
- proporcionando información sobre las concentraciones de radón en interiores y los riesgos conexos para la salud;
- implantando programas nacionales contra el radón para reducir el riesgo general de la población y el riesgo individual de las personas que viven en entornos con concentraciones elevadas de radón;
- estableciendo un nivel de referencia medio anual nacional de 100 Bq/m3. Cuando ese nivel nacional no pueda alcanzarse debido a las condiciones específicas de cada país, el nivel que se establezca no debería superar los 300 Bq/m3;
- incluyendo medidas destinadas a prevenir los efectos del radón en los códigos de construcción, a fin de reducir la concentración de radón en las viviendas de nueva edificación, y en los programas contra el radón para garantizar que los niveles sean inferiores a los niveles nacionales de referencia; y
- estableciendo protocolos de medición del radón para velar por la calidad y la reproductibilidad de las mediciones.
Esas recomendaciones se ajustan a
las Normas Básicas Internacionales de Seguridad (2014) y a la guía de seguridad
del OIEA sobre el radón (2014), ambas copatrocinadas por la OMS.
- Manual de la OMS sobre el radón en interiores: una perspectiva de salud pública - en inglés
- Normas básicas internacionales de seguridad para la protección contra la radiación y para la seguridad de las fuentes de radiación - en inglés
Notas a pie de
página
1 La
radiactividad se mide en becquerelios (Bq). Un becquerelio corresponde a la
transformación (desintegración) de 1 núcleo atómico por segundo. La
concentración de radón en el aire se mide por el número de transformaciones por
segundo en un metro cúbico de aire (Bq/m3)
El radón y otras enfermedades
distintas del cáncer de pulmón
Cuando una persona pasa tiempo en una atmósfera que contiene radón y sus
productos de desintegración, la parte del organismo que recibe la mayor dosis
de radiación ionizante es el epitelio bronquial, aunque las vías respiratorias
extratorácicas y la piel también pueden recibir dosis apreciables. Además,
otros órganos como los riñones y la médula ósea pueden recibir pequeñas dosis
(Kendall et al 2002). Si una persona bebe agua que contiene radón disuelto, el
estómago también se verá expuesto.
Los datos indicativos de un aumento en la mortalidad por otros tipos de
cáncer distintos del de pulmón se han investigado en los mismos estudios sobre
mineros expuestos al carbón incluidos en los análisis del BEIR VI (Darby et al.
1995), sin que se hallasen pruebas sólidas de que el radón provoque ningún
cáncer distinto del de pulmón. No obstante, existen investigaciones posteriores
que abordan esta cuestión. Por ejemplo, un estudio de casos en una cohorte que
evaluaba la incidencia de leucemia, linfoma y mieloma múltiple en mineros de
uranio checos (Rericha et al. 2007) halló una asociación positiva entre la exposición
al radón y la leucemia, incluida la leucemia linfocítica crónica. La relación entre
la exposición al radón y las enfermedades cardiovasculares se ha analizado en varias
cohortes de mineros expuestos al radón, sin que en ningún momento se hayan encontrado
datos que demuestren que el radón provoca enfermedades cardiovasculares (Villeneuve
et al. 1997, 2007, Xuan et al. 1993, Tomasek et al. 1994, Kreuzer et al. 2006).
Un estudio de casos y controles sobre el cáncer de estómago en una zona en
la que el agua de consumo contenía elevadas concentraciones de uranio y otros
radionúclidos de origen natural no ofreció ningún indicio de un aumento del
riesgo (Auvinen et al. 2005). Se han realizado unos 20 estudios ecológicos
sobre la relación entre la exposición de la población general al radón y la
leucemia, tanto en niños como en adultos. Varios de ellos, entre los que figura
el reciente estudio de Smith et al. (2007), metodológicamente
avanzado, han hallado asociaciones geográficas entre la concentración del
radón en interiores y el riesgo de leucemia (incluida la leucemia linfocítica
crónica en el estudio de Smith et al.). Puede consultarse una revisión de
dichos estudios en Laurier et al. 2001.
Un estudio ecológico realizado en Noruega mostró una asociación entre la
esclerosis múltiple y las concentraciones de radón en interiores (Bolviken
2003). En general, estas asociaciones se han confirmado en estudios de alta
calidad de casos y controles o de cohortes, bien en mineros expuestos al radón
o bien en la población general; se han realizado varios estudios así (Laurier
et al. 2001, Möhner et al. 2006). Al igual que en los estudios sobre exposición
al radón y cáncer de pulmón, estos estudios ecológicos son propensos a una serie
de sesgos. Por consiguiente, es probable que arrojen resultados engañosos y no
deben tomarse como prueba de que el radón actúe como causa de las enfermedades
en cuestión.