miércoles, 14 de febrero de 2018

Gas radon y sus peligros para la salud

Primero hablemos de la La Salud Geoambiental 



¿Qué es salud geoambiental?



La salud geoambiental es una nueva disciplina científico-técnica dirigida a la identificación de los diferentes factores de riesgo presentes en nuestro entorno. Factores de origen geofísico, físicos, químicos y biológicos que confluyen en el interior de los edificios en los que trabajamos y vivimos.

La salud geoambiental es una forma de entender que una gran parte de las enfermedades que sufrimos hoy en día tienen su origen en nuestro entorno, y se pueden prevenir si lo cuidamos.

Cada día está más claro el peso que el medio ambiente ejerce sobre nuestra salud. La OMS considera que  “el medio ambiente es responsable de 13 millones de muertes anuales”. También alerta que “en los países desarrollados, un medio ambiente más saludable permitiría reducir considerablemente la incidencia de cánceres, enfermedades cardiovasculares, asma, infecciones de las vías respiratorias inferiores, enfermedades osteomusculares, lesiones por accidentes de tránsito, intoxicaciones y ahogamientos”.

Por tanto, cada día cobra más sentido abordar la enfermedad desde el punto de vista del estudio del entorno de la persona. El estudio de todos los factores de riesgo que nos rodean, nos orientará sobre el historial de exposición a factores de contaminación geoambiental de la persona y nos aporta un mayor conocimiento de su estado de salud y de los posibles riesgos. Esto cobra especial importancia cuando nos encontramos con, trastornos del sistema nervioso, del sistema endocrino, sistema inmune o trastornos degenerativos. También en determinadas enfermedades emergentes como el SQM, síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, Electrosensibilidad, todos ellos síndromes de sensibilización central. Existen también artículos científicos que relacionan otras enfermedades como el TDAH Trastorno de déficit de atención e hiperactividad y el Alzheimer con exposiciones ambientales.

Los conocimientos científicos actuales permiten investigar, detectar y medir multitud de fenómenos que hasta hace poco no se consideraban peligrosos. 

La salud geoambiental constituye una increíble herramienta para la prevención de enfermedades, aunque todavía son pocos los médicos y profesionales de la salud que la utilizan de forma generalizada. Suele ser más bien un último recurso al que se acude, y no siempre, cuando fallan las técnicas y tratamientos convencionales en el abordaje de la salud humana.

Sin embargo, en el entorno de la medicina ambiental y la medicina integrativa, el uso de esta herramienta es mucho más frecuente, no sólo en el ámbito de la prevención sino también en el tratamiento de diversos problemas de salud e incluso de patologías más graves. Los profesionales de las terapias alternativas también hacen un uso activo de la salud geoambiental.



¿Qué es el radón?
El radón es un gas de origen natural. No tiene olor, color ni sabor. El radón se produce a partir de la desintegración radiactiva natural del uranio, que está presente de forma natural en suelos y rocas. El radón también puede estar presente en el agua.
El radón emana fácilmente del suelo y pasa al aire, donde se desintegra y emite partículas radiactivas. Al respirar e inhalar esas partículas, estas se depositan en las células que recubren las vías respiratorias, donde pueden dañar el ADN y provocar cáncer de pulmón.
Al aire libre, el radón se diluye rápidamente, tiene concentraciones muy bajas y no suele representar ningún problema. La concentración media1 de radón al aire libre varía de 5 Bq/m3 a 15 Bq/m3. En cambio, en espacios cerrados, las concentraciones de radón son más elevadas, en especial en lugares como minas, cuevas y plantas de tratamiento de aguas, donde se registran los niveles más altos. En edificios (como viviendas, escuelas y oficinas), las concentraciones de radón varían de <10 bq="" m="" sup="">3
hasta más de 10 000 Bq/m3.


Efectos del radón para la salud

El radón es la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaco. Se estima que la proporción de los casos de cáncer de pulmón a nivel nacional atribuibles al radón con respecto al total varía de un 3% a un 14%, en función de la concentración media nacional de radón y de la prevalencia de consumo de tabaco del país.
La primera vez que se detectó un aumento en la tasa de cáncer de pulmón fue entre trabajadores de minas de uranio expuestos a altas concentraciones de gas radón. Además, hay estudios realizados en Europa, América del Norte y China que confirman que incluso en concentraciones bajas, como las que se encuentran en las viviendas, el radón también entraña riesgos para la salud y contribuye considerablemente a la aparición de cáncer de pulmón en todo el mundo.
El riesgo de cáncer de pulmón aumenta en un 16% con cada incremento de 100 Bq/m3 en la concentración media de radón a largo plazo. La relación dosis-respuesta es lineal: por ejemplo, el riesgo de cáncer de pulmón aumenta de manera proporcional al aumento de la exposición al radón.
La probabilidad de que el radón provoque cáncer de pulmón es mayor en personas que fuman. De hecho, se estima que el riesgo asociado al radón que corre un fumador es 25 veces superior que en el caso de los no fumadores. Hasta la fecha, no se ha determinado que haya riesgo de otro tipo de cáncer.


El radón en las viviendas

La mayor exposición al radón suele producirse en el hogar. La concentración de radón en una vivienda depende de:
  • la cantidad de uranio que contienen las rocas y el terreno del subsuelo;
  • las vías que el radón encuentra para filtrarse en las viviendas; y
  • la tasa de intercambio de aire entre el interior y el exterior, que depende del tipo de construcción, los hábitos de ventilación de sus habitantes y la estanqueidad del edificio.
El radón se filtra en las casas a través de grietas en los suelos o en la unión del piso con las paredes, espacios alrededor de las tuberías o cables, pequeños poros que presentan las pareces construidas con bloques de hormigón huecos, o por los sumideros y desagües. Por lo general, el radón suele alcanzar concentraciones más elevadas en los sótanos, bodegas y espacios habitables que están en contacto directo con el terreno.
Las concentraciones de radón varían entre casas adyacentes, y dentro de una misma casa, de un día para otro o, incluso, de una hora para otra. La concentración de radón en las viviendas puede medirse de un modo sencillo y económico. Debido a esas fluctuaciones, es preferible calcular la concentración media anual en el aire de interiores, midiendo las concentraciones de radón al menos durante tres meses. Ahora bien, las mediciones han de llevarse a cabo con arreglo a los protocolos nacionales, a fin de garantizar su uniformidad y su fiabilidad a la hora de tomar decisiones.


Reducción de la concentración de radón en las viviendas

Existen métodos probados, duraderos y costoeficaces para prevenir la filtración de radón en viviendas de nueva construcción y reducir su concentración en las viviendas existentes. Al construir un edificio, hay que tener en cuenta la prevención de la exposición al radón, sobre todo en zonas geológicas con alta concentración de este gas. En muchos países de Europa y en los Estados Unidos, en las edificaciones nuevas, se adoptan medidas de protección de forma sistemática y en algunos países es, incluso, obligatorio.
Las concentraciones de radón en las viviendas existentes pueden reducirse del modo siguiente:
  • mejorando la ventilación del forjado;
  • instalando un sistema de extracción mecánica del radón en el sótano, el forjado o la solera;
  • evitando que el radón se filtre desde el sótano hasta las habitaciones;
  • sellando el piso y las paredes; y
  • mejorando la ventilación de la vivienda.
Los sistemas pasivos de mitigación pueden reducir los niveles de radón en interiores hasta más de un 50%. Si además, se utiliza un sistema de ventilación de radón esos niveles pueden descender aún más.



Presencia de radón en el agua potable

En muchos países, el agua potable proviene de fuentes subterráneas como manantiales o pozos, que normalmente tienen concentraciones mucho más altas de radón que el agua de superficie de ríos, pantanos y lagos.
Hasta la fecha, en los estudios epidemiológicos realizados no se ha encontrado ninguna relación entre la presencia de radón en el agua potable y un mayor riesgo de cáncer de estómago. El radón que está disuelto en el agua potable puede pasar al aire de los espacios interiores. Normalmente, la cantidad de radón que se inhala al respirar es mayor que la que se ingiere al beber.
Las Guías de la OMS para la calidad del agua potable (2011) recomiendan que los niveles para realizar pruebas de concentración de radón en el agua potable se establezcan en función del nivel nacional de referencia para la concentración de radón en el aire. En los casos en que se prevea una concentración elevada de radón en el agua potable, conviene medir las concentraciones de radón. Existen técnicas sencillas y eficaces para reducir la concentración de radón en el suministro de agua potable mediante aireación o el uso de filtros de carbón activo granular.


Respuesta de la OMS

En 2009, la OMS publicó el Manual de la OMS sobre el radón en interiores: una perspectiva de salud pública, que ofrece propuestas normativas destinadas a reducir los riesgos para la salud derivados de la exposición al radón en las viviendas del modo siguiente:
  • proporcionando información sobre las concentraciones de radón en interiores y los riesgos conexos para la salud;
  • implantando programas nacionales contra el radón para reducir el riesgo general de la población y el riesgo individual de las personas que viven en entornos con concentraciones elevadas de radón;
  • estableciendo un nivel de referencia medio anual nacional de 100 Bq/m3. Cuando ese nivel nacional no pueda alcanzarse debido a las condiciones específicas de cada país, el nivel que se establezca no debería superar los 300 Bq/m3;
  • incluyendo medidas destinadas a prevenir los efectos del radón en los códigos de construcción, a fin de reducir la concentración de radón en las viviendas de nueva edificación, y en los programas contra el radón para garantizar que los niveles sean inferiores a los niveles nacionales de referencia; y
  • estableciendo protocolos de medición del radón para velar por la calidad y la reproductibilidad de las mediciones.
Esas recomendaciones se ajustan a las Normas Básicas Internacionales de Seguridad (2014) y a la guía de seguridad del OIEA sobre el radón (2014), ambas copatrocinadas por la OMS.


Notas a pie de página
1 La radiactividad se mide en becquerelios (Bq). Un becquerelio corresponde a la transformación (desintegración) de 1 núcleo atómico por segundo. La concentración de radón en el aire se mide por el número de transformaciones por segundo en un metro cúbico de aire (Bq/m3)
  

 


El radón y otras enfermedades distintas del cáncer de pulmón

Cuando una persona pasa tiempo en una atmósfera que contiene radón y sus productos de desintegración, la parte del organismo que recibe la mayor dosis de radiación ionizante es el epitelio bronquial, aunque las vías respiratorias extratorácicas y la piel también pueden recibir dosis apreciables. Además, otros órganos como los riñones y la médula ósea pueden recibir pequeñas dosis (Kendall et al 2002). Si una persona bebe agua que contiene radón disuelto, el estómago también se verá expuesto.
Los datos indicativos de un aumento en la mortalidad por otros tipos de cáncer distintos del de pulmón se han investigado en los mismos estudios sobre mineros expuestos al carbón incluidos en los análisis del BEIR VI (Darby et al. 1995), sin que se hallasen pruebas sólidas de que el radón provoque ningún cáncer distinto del de pulmón. No obstante, existen investigaciones posteriores que abordan esta cuestión. Por ejemplo, un estudio de casos en una cohorte que evaluaba la incidencia de leucemia, linfoma y mieloma múltiple en mineros de uranio checos (Rericha et al. 2007) halló una asociación positiva entre la exposición al radón y la leucemia, incluida la leucemia linfocítica crónica. La relación entre la exposición al radón y las enfermedades cardiovasculares se ha analizado en varias cohortes de mineros expuestos al radón, sin que en ningún momento se hayan encontrado datos que demuestren que el radón provoca enfermedades cardiovasculares (Villeneuve et al. 1997, 2007, Xuan et al. 1993, Tomasek et al. 1994, Kreuzer et al. 2006).
Un estudio de casos y controles sobre el cáncer de estómago en una zona en la que el agua de consumo contenía elevadas concentraciones de uranio y otros radionúclidos de origen natural no ofreció ningún indicio de un aumento del riesgo (Auvinen et al. 2005). Se han realizado unos 20 estudios ecológicos sobre la relación entre la exposición de la población general al radón y la leucemia, tanto en niños como en adultos. Varios de ellos, entre los que figura el reciente estudio de Smith et al. (2007), metodológicamente
avanzado, han hallado asociaciones geográficas entre la concentración del radón en interiores y el riesgo de leucemia (incluida la leucemia linfocítica crónica en el estudio de Smith et al.). Puede consultarse una revisión de dichos estudios en Laurier et al. 2001.
Un estudio ecológico realizado en Noruega mostró una asociación entre la esclerosis múltiple y las concentraciones de radón en interiores (Bolviken 2003). En general, estas asociaciones se han confirmado en estudios de alta calidad de casos y controles o de cohortes, bien en mineros expuestos al radón o bien en la población general; se han realizado varios estudios así (Laurier et al. 2001, Möhner et al. 2006). Al igual que en los estudios sobre exposición al radón y cáncer de pulmón, estos estudios ecológicos son propensos a una serie de sesgos. Por consiguiente, es probable que arrojen resultados engañosos y no deben tomarse como prueba de que el radón actúe como causa de las enfermedades en cuestión.