Dentro de los metales pesados hay dos grupos:
– Oligoelementos o micronutrientes, que son requeridos en pequeñas cantidades por plantas y animales y son necesarios para que los organismos completen su ciclo vital. Su concentración en términos de cantidad es importante para no sobrepasar niveles donde se convertirá en tóxico. Dentro de este grupo están: As, B, Co, Cr, Cu, Mo, Mn, Ni, Se y Zn.
– Metales pesados sin función biológica conocida, Estos resultan altamente tóxicos y presentan la propiedad de acumularse en los organismos vivos. Son, principalmente: Cd, Hg, Pb, Cu, Ni, Sb, Bi. Joc Pederson Jersey cuya presencia en determinadas cantidades en seres vivos así como el factor exponencial constante a los mismos aumenta significativamente el desarrollo de patologías crónico degenerativas como consecuencia de las disfunciones orgánicas producidas. Los daños que causan son tan severos que se han convertido en un tema actual tanto en el campo ambiental como en el de salud pública ya que al ser desechados en el ambiente, contaminan el suelo y el agua, y pueden acumularse en las plantas y los tejidos de los animales
Metales pesados peligrosos
Los metales pesados y su influencia en la salud
Algunos metales peligrosos:
No olvidemos que el aluminio es un elemento muy abundante en la naturaleza, sólo aventajado por el oxígeno.
– Aluminio y Arsénico. A veces también se habla de contaminación por metales pesados incluyendo otros elementos tóxicos más ligeros, como el Arsénico o el aluminio.
El aluminio es un elemento que aunque en la tabla periódica su peso específico no es superior a 5 g/cm3 o que no tienen un número atómico por encima de 20 (no tiene la densidad para ser llamado “pesado”), por su toxicidad, es incluido como uno de los metales pesados en algunas listas de dichos tóxicos.
No olvidemos que el aluminio es un elemento muy abundante en la naturaleza, sólo aventajado por el oxígeno.
El arsénico es la causa más común de intoxicación aguda por metales pesados en los adultos. Aunque el arsénico no es un metal, sino un metaloide (básicamente significa que tiene propiedades de metal y no metal). El arsénico es liberado al medio ambiente por la industria de productos químicos y gafas y llega a los suministros de agua en todo el mundo con la exposición de la vida marina.
El arsénico afecta a la sangre, los riñones y el centro nervioso, el digestivo y los sistemas de la piel, con consecuencias como: dolor abdominal, acrocianosis y necrosis, anemia, anorexia, apatía, ceguera progresiva cardiotoxicidad, cólicos, coriza, la muerte, la demencia, dermatitis, diarrea, mareos, somnolencia, edema, eccema, inhibidor de la enzima, fatiga, fiebre, pérdida de líquido, olor a ajo en el aliento o en las heces, el sistema gastrointestinal, el bocio, la pérdida del cabello, dolor de cabeza, la hemólisis, aumento de la pigmentación hiperqueratosis de palmas y plantas, el herpes, la hiperpigmentación, ictericia, daño o insuficiencia renal, leuconiquia, la disfunción del hígado, los pulmones y cáncer de pulmón y, deterioro mental, la coordinación motora, náuseas, trastornos nerviosos, palidez, parestesias, parálisis, enfermedades respiratorias, salivación excesiva perforación del tabique, sensorio neuropatía, shock, trastornos de la piel, espasmos, estupor, estomatitis, constricción de la garganta, vascular efectos de Raynaud, vértigo, y vómitos, etc.
Una gran particularidad que tienen todos los metales es su capacidad reactiva con el oxigeno y en base a ello con los radicales libres creando un tándem determinante en la patogenia de muchas enfermedades. El oxigeno es una molécula imprescindible para la vida, pero dada su alta reactividad, se convierte también en un elemento tóxico que da origen a la conocida como paradoja del oxígeno.
El oxígeno es una molécula básicamente oxidante. En las células de metabolismo aerobio es el principal responsable de la producción de especies oxidantes. Sin embargo, no todas ellas tienen un origen endógeno, la existencia de factores exógenos, como la radiación solar, toxinas fúngicas, pesticidas o xenobióticos, puede incrementar su nivel.
En condiciones normales, las células metabolizan la mayor parte del oxígeno (el 95%) hasta agua, sin formación de intermediarios tóxicos mediante la vía de la reducción tetravalente, mientras que un pequeño porcentaje (en torno al 5%) lo hace mediante la reducción univalente. En este último caso, una molécula de oxígeno más cuatro electrones y cuatro protones forman dos moléculas de agua y tres intermediarios altamente tóxicos, dos de los cuales son literalmente radicales libres (el anión superóxido e hidroxilo). El tercer producto, H2O2 no puede ser considerado como tal. En situaciones en las que exista una mayor actividad metabólica (etapas del crecimiento, desarrollos activos o procesos inflamatorios) ocurre una mayor demanda tisular de O2 y parte de él se metaboliza siguiendo la vía univalente, generándose multitud de sustancias oxidantes.
Sin ir tan lejos, la acción de las isoenzimas del citocromo P-450, necesarias para la producción fisiológica de colesterol, hormonas sexuales, glucocorticoides, mineralcorticoides y formas activas de vitamina D, son generadores de especias reactivas de oxígeno (ERO).
La segunda gran fuente de ERO también es endógena y está constituida por el metabolismo de las células defensivas. Los polimorfonucleares, los monocitos sensibilizados, los macrófagos y los eosinófilos, para que puedan cumplir su misión, están dotados de diversos enzimas líticas (proteasas, lipasas, nucleasas, etc.), así como de vías metabólicas que generan varias especies químicamente agresivas (básicamente peróxido de hidrógeno, radicales superóxido e hidroxilo, y probablemente oxígeno singlete), cuyo fin último es lesionar y destruir elementos extraños.
Los radicales libres son moléculas u átomos que tiene en su última capa uno o más electrones desapareados( es decir, un número impar). Esta particularidad le confiere una gran capacidad reactiva química que le conducirá a interactuar con otros radicales o con moléculas estables. Esta interacción puede ser de tres formas: el radical puede ceder su electrón desapareado (radical reductor), puede tomar uno de la molécula estable para aparear así su electrón (radical oxidante), o bien puede unirse a la molécula estable. En cualquiera de los tres casos la situación resultante es la génesis de otro radical químicamente agresivo.
La acción OXIDATIVA sobre los lípidos, es el proceso oxidativo más frecuente en el organismo (Halliwell, 1997). Se produce cuando un radical libre se fija a un carbono de la cadena alquilo (CH3-(CH2)n-) de un ácido graso, iniciando lo que se conoce como peroxidación lipídica. La importancia de este hecho estriba en que las cadenas de ácidos grasos, particularmente los poliinsaturados (PUFA) se fragmentan justamente por el carbono que se ha transformado en radical libre, con lo que las estructuras fosfolipídicas de las membranas se desorganizan y destruyen.
importancia de los suplementos vitamínico-minerales
El empleo del término de estrés oxidativo surge a raíz de los numerosos estudios realizados sobre la importancia de los suplementos vitamínico-minerales, para prevenir ciertas patologías metabólicas. Además, el papel de determinados oligoelementos y vitaminas era analizado sobre todo desde el punto de vista de la enfermedad que podía ocasionar su intoxicación y, sobre todo, la carencia. Sin embargo, en los últimos años se ha podido considerar al estrés oxidativo como un trastorno primario, relacionado con la patogenia de ciertas enfermedades en los que la suplementación vitamínico-mineral juega un papel curativo y, lo que es más importante, preventivo. Aunque muchas de sus reacciones celulares son necesarias para una buena salud, todo el proceso debe ser controlado mediante la acción de los Antioxidantes. Un antioxidante con función biológica se define como aquella sustancia que presente en concentraciones muy pequeñas, comparadas con las de un sustrato oxidable, disminuye o evita la oxidación del mismo.
Como conclusiones generales podemos definir que la intoxicación progresiva por metales pesados es una constante de nuestros días y del desarrollo tecnológico de nuestra sociedad, razón primordial para adoptar esquemas de prevención oportunos basado en evidencia y una correcta estructuración de un protocolo clínico.
DATOS DEL ARTICILO DE Paü Heidemeyer
– Oligoelementos o micronutrientes, que son requeridos en pequeñas cantidades por plantas y animales y son necesarios para que los organismos completen su ciclo vital. Su concentración en términos de cantidad es importante para no sobrepasar niveles donde se convertirá en tóxico. Dentro de este grupo están: As, B, Co, Cr, Cu, Mo, Mn, Ni, Se y Zn.
– Metales pesados sin función biológica conocida, Estos resultan altamente tóxicos y presentan la propiedad de acumularse en los organismos vivos. Son, principalmente: Cd, Hg, Pb, Cu, Ni, Sb, Bi. Joc Pederson Jersey cuya presencia en determinadas cantidades en seres vivos así como el factor exponencial constante a los mismos aumenta significativamente el desarrollo de patologías crónico degenerativas como consecuencia de las disfunciones orgánicas producidas. Los daños que causan son tan severos que se han convertido en un tema actual tanto en el campo ambiental como en el de salud pública ya que al ser desechados en el ambiente, contaminan el suelo y el agua, y pueden acumularse en las plantas y los tejidos de los animales
Metales pesados peligrosos
Los metales pesados y su influencia en la salud
L&S.- Entre los 106 elementos (conocidos por el hombre) que necesitamos para sostener la vida, 84 son metales, por lo que no es de extrañar que las posibilidades de contaminación metálica en el ambiente sean numerosas. Entre los metales pesados los más importantes en cuestión de salud son el mercurio, el plomo, el cadmio, el níquel y el zinc. Algunos elementos intermedios como el arsénico y el aluminio, los cuales son muy relevantes desde el punto de vista toxicológico, se estudian habitualmente junto a los metales pesados.
Algunos metales peligrosos:
– Mercurio (Hg). El mercurio está considerado dentro de los metales pesados como altamente tóxico. Puede estar presente de forma natural en forma de metal (como mercurio), o en forma de sales de mercurio. Es muy volátil y podemos respirarlo si está presente en el aire, siendo absorbido por los pulmones y la piel. El mercurio que se inhala es la forma más peligrosa de exposición, pues entra en el organismo y se acumula, permaneciendo durante mucho tiempo.
El mercurio es bastante común que esté presente en nuestro organismo debido a la amalgama o empastes de color de plata que contienen mercurio en su fórmula (entre otros elementos). Cuándo los alimentos entran en contacto con el empaste, se liberan pequeñas partículas de mercurio y entran en el sistema digestivo a través de la saliva, llegando a la sangre, siendo transformadas en óxido de mercurio. Una vez en el cuerpo, se acumula en algunos de los principales órganos como hígado, riñones, bilis y corazón. Al pasar mercurio a nuestra saliva, se dispersan vapores de mercurio que pueden llegar al cerebro y facilitan la entrada de otros tóxicos y metales pesados, que de otra manera no entrarían. Son tóxicos ajenos a la intoxicación por mercurio, pero que es éste el que facilita su entrada a nuestro organismo. Estas partículas de vapor de mercurio, pueden ser difundidos a través de las encías, las raíces dentales y de la mandíbula. Es decir, de los tejidos o estructuras que están en contacto con el mercurio a través de la amalgama (empaste). Dichos vapores pasan a la sangre y se fijan, ya no sólo en los órganos vitales, sino también, en los huesos y en las articulaciones.
Los síntomas de la exposición al mercurio pueden ser: depresión, diarreas, fatiga, catarros crónicos, irritabilidad, pérdida de memoria o amnesias, inflamación de las mucosas, etc.
Los síntomas del envenenamiento por mercurio son físicas y psíquicas: Disminución de capacidad de reacción, Temblores en las manos, Impotencia, Tensión alta, Sudor durante la noche, Fatiga, Herpes, Sabor metálico en la boca, Entumecimiento, Perdida de memoria, tendencias suicidas, negatividad, pérdida de confianza en sí mismo, pies y manos frías, pérdida de apetito, Ansiedad, Pasividad, Perturbaciones del sueño, Dolores crónicos de cabeza u otros.
¿Cómo entramos en contacto con el mercurio?
El mercurio es uno de los metales pesados presentse en una enorme variedad de productos de uso cotidiano, aparte de estar en el aire y en la amalgama de los empastes dentarios. Está presente en los termómetros, en bombillas de alumbrado doméstico (ampolletas) fluorescentes, barómetros, etc. Aunque no constituye ningún peligro, mientras los aparatos están atrapados. El problema surge cuando el aparato se rompe y se libera el mercurio. Puede llegar a ser divertido jugar con las bolitas que forma el mercurio. Es un mineral hermoso y curioso.
Una cosa a tener en cuenta, es que el mercurio no debería estar de ninguna manera presente en la cadena alimentaria. No es un elemento natural en los alimentos, pero puede llegar a nuestro cuerpo a través del pescado, pues consumen grandes cantidades de mercurio ya que es uno de los metales pesados más presentes en las aguas del mar y de los ríos y a través del ganado y vegetales, puesto que el mercurio se moviliza, acumulándose en el suelo. Este mercurio procede de actividades humanas, como minería, fundición, combustión de residuos sólidos, fertilizantes para la agricultura y los vertidos de aguas residuales.
– El plomo (Pb). El plomo ha sido un metal muy utilizado en instalaciones domésticas y en aleaciones metálicas, o químicas como tuberías, fabricación de pinturas, masillas y pesticidas. Es de los metales pesados que más fácilmente podemos contaminarnos.
El plomo es un metal muy manejable y moldeable y en la antigüedad ha sido muy utilizado en obras de arte como vitrales y como componente de algunas pinturas, pero hoy en día, no se puede utilizar en muchas de esas aplicaciones debido a su gran toxicidad en organismos vivos.
El plomo es tremendamente nocivo para la salud. De los metales pesados que más estragos ha causado entre la población. Entra en el organismo a través de vegetales, carnes, frutas, mariscos y el vino (entre otros muchos alimentos contaminados con metales pesados). El humo del tabaco también es un contaminante con una alta concentración en plomo.
Concentraciones altas de plomo pueden causar:
Abortos, hipertensión arterial, problemas renales, Disminución en el aprendizaje y las habilidades motoras, alteración del sistema nervioso, daño en el esperma, daño cerebral, agresión, irritabilidad, hipersensibilidad, alteraciones en el comportamiento (sobre todo de los niños), etc.
– El Cadmio (Cd). El cadmio proviene (en su mayoría) de la refinación del zinc. Es un producto residual o un subproducto del zinc.
El cadmio está presente principalmente en la corteza terrestre, puesto que se absorbe con mucha fuerza por la materia orgánica que forma el suelo. Este hecho en sí, conforma el mayor peligro, porque estos depósitos de cadmio absorbidos por la materia orgánica del suelo, pasa a las plantas y muchas son parte de la dieta humana o animal en forma de metales pesados peligrosos.
Los alimentos potencialmente más susceptibles de estar contaminados por cadmio son los champiñones, los mariscos, los peces de agua dulce, las algas secas, el agua potable, etc.
Los fumadores (activos y pasivos) están muy expuestos al cadmio. También, personas que viven cerca de vertederos de basuras o fábricas que liberan cadmio a la atmósfera. Trabajadores de refinerías de metal también pueden estar expuestos al cadmioy a otros metales pesados.
Efectos de sobreexposición al cadmio
El cadmio puede causar lesiones renales importantes. Es un metal pesado que lo transporta la sangre y se acumula en los riñones obstaculizando la filtración de tóxicos por este. También es capaz de dañar los pulmones de forma severa (sobre todo cuando se trata de un fumador). El cadmio afecta al sistema nervioso central (SNC), el sistema inmunitario y la integridad del ADN de las células. Una alta concentración de cadmio provoca síntomas como diarreas, vómitos, dolores de estómago y debilidad en los huesos.
– El cobre (Cu). El cobre es un mineral muy importante para el desarrollo de la vida humana y se deben cuidar los aportes de este elemento, pero en su justa medida. Las dosis altas de cobre se consideran metales pesados y provocan serios desórdenes en la salud, como anemias, problemas estomacales, daño en los riñones y en el hígado.
Los síntomas de un exceso de cobre, puede ser irritación de nariz, boca y ojos, dolores de cabeza y mareos.
El cobre está muy presente en nuestros hogares en tuberías y en recipientes de cocina y por lo tanto, pasa al agua y/o a los alimentos cocinados. Es utilizado de forma masiva en la industria y es lo que ha hecho que la exposición al cobre sea mucho más alta de lo normal.
Un dato curioso es que el té, cuándo se toma en exceso y no se ingiere cobre en la dieta, puede ser causante de déficit de cobre, lo cual causa mucho cansancio.
– El Cromo (Cr). El cromo es un metal pesado que está relacionado con el contacto de la piel con él. También se produce sobreexposición al cromo a través de la dieta y la respiración, aunque estas dos últimas sean más bajas.
Cromo VI. El cromo VI puede alterar el material genético de las células y llegar a causar cáncer.
El cromo III. El cromo III es un elemento esencial para la vida humana en cantidades pequeñas y la falta de cromo puede ocasionar trastornos metabólicos, problemas de corazón, diabetes, etc., pero cuándo la concentración es elevada, por el contrario, puede llegar a producir problemas hepáticos serios, problemas renales, problemas en los tejidos nerviosos y circulatorios. También se suceden irritaciones en la piel y úlceras.
Los lugares de mayor concentración de cromo, está en el agua, alimentos vegetales y a aunque el cromo III es necesario para la vida, la forma de preparar la comida, o de almacenarla, puede alterar el contenido de cromo, aumentando su concentración, cosa altamente peligrosa para la salud pues se trataría de metales pesados.
Cromo – Exposición
El cromo es un metal pesado muy presente el organismo de personas que trabajan en la industria del textil, del acero y como no, en los fumadores.
– El Níquel (Ni). El níquel en su justa medida es un metal muy necesario para la vida, siendo un oligoelemento esencial para la formación de glóbulos rojos, pero cuándo lo inhalamos, ingerimos, o absorbemos en exceso, el níquel puede llegar a ser muy tóxico (dependiendo de la cantidad), afectando a pulmones, laringe y nariz y también puede comprometer a la próstata y al corazón.
El níquel es uno de los metales que se utilizan en la aleación del acero y está presente en cantidades muy bajas en el ambiente y en la cadena alimentaria. Para llegar a intoxicarse o contaminarse tendría que haber un consumo muy elevado de este elemento. La intoxicación por níquel suele sucederse por alimentos que crecen en suelos muy contaminados pasando esas cantidades de metales pesados a la cadena alimentaria.
En la piel puede causar reacciones alérgicas y erupciones cutáneas sobre todo al contacto con joyas que contienen el metal.
– El Selenio (Se). El selenio es otro metal que se da en forma natural y que es muy importante que esté en nuestro cuerpo en su justa medida. En la comida, el selenio está en la carne y en los cereales y es un elemento fundamental para la vida. Generalmente la comida natural, contiene las cantidades que el cuerpo necesita para no sufrir carencias de este oligoelemento, las cuales pueden ser varias, entre ellas, las disfunciones eréctiles. Una sobreexposición a selenio puede considererarse una contaminación por metales pesados.
Sobre exposición al selenio
Podemos estar expuestos a intoxicación por selenio al igual que con el resto de metales ingiriendo comidas que lo contengan en exceso por suelos y/o aguas contaminadas, por inhalación de aire contaminado con selenio, al ingerir agua o por la piel.
Las exposiciones por selenio más elevadas pueden darse en lugares dónde se trabaje con pinturas, la industria del metal y se libera a la atmósfera como consecuencia de la combustión del carbón y del aceite.
Podemos estar expuestos a intoxicación por selenio al igual que con el resto de metales ingiriendo comidas que lo contengan en exceso por suelos y/o aguas contaminadas, por inhalación de aire contaminado con selenio, al ingerir agua o por la piel.
Las exposiciones por selenio más elevadas pueden darse en lugares dónde se trabaje con pinturas, la industria del metal y se libera a la atmósfera como consecuencia de la combustión del carbón y del aceite.
– Aluminio y Arsénico.
A veces también se habla de contaminación por metales pesados
incluyendo otros elementos tóxicos más ligeros, como el Arsénico o el
aluminio.
El
aluminio es un elemento que aunque en la tabla periódica su peso
específico no es superior a 5 g/cm3 o que no tienen un número atómico
por encima de 20 (no tiene la densidad para ser llamado “pesado”), por
su toxicidad, es incluido como uno de los metales pesados en algunas
listas de dichos tóxicos.
No olvidemos que el aluminio es un elemento muy abundante en la naturaleza, sólo aventajado por el oxígeno.
El arsénico es la causa más común de intoxicación aguda por metales pesados en los adultos.
Aunque el arsénico no es un metal, sino un metaloide (básicamente
significa que tiene propiedades de metal y no metal). El arsénico es
liberado al medio ambiente por la industria de productos químicos y
gafas y llega a los suministros de agua en todo el mundo con la
exposición de la vida marina.
El
arsénico afecta a la sangre, los riñones y el centro nervioso, el
digestivo y los sistemas de la piel, con consecuencias como: dolor
abdominal, acrocianosis y necrosis, anemia, anorexia, apatía, ceguera
progresiva cardiotoxicidad, cólicos, coriza, la muerte, la demencia,
dermatitis, diarrea, mareos, somnolencia, edema, eccema, inhibidor de la
enzima, fatiga, fiebre, pérdida de líquido, olor a ajo en el aliento o
en las heces, el sistema gastrointestinal, el bocio, la pérdida del
cabello, dolor de cabeza, la hemólisis, aumento de la pigmentación
hiperqueratosis de palmas y plantas, el herpes, la hiperpigmentación,
ictericia, daño o insuficiencia renal, leuconiquia, la disfunción del
hígado, los pulmones y cáncer de pulmón y, deterioro mental, la
coordinación motora, náuseas, trastornos nerviosos, palidez,
parestesias, parálisis, enfermedades respiratorias, salivación excesiva
perforación del tabique, sensorio neuropatía, shock, trastornos de la
piel, espasmos, estupor, estomatitis, constricción de la garganta,
vascular efectos de Raynaud, vértigo, y vómitos, etc. ecuencia de la combustión del carbón y del aceite.
Si las cantidades de selenio que se absorben son muy elevadas, o muy frecuentes, puede tener efectos muy nocivos como alteraciones pulmonares, respiratorias, asma, náuseas, dolor de cabeza, conjuntivitis, dolores abdominales, fiebre, halitosis, manchas en las uñas y dientes, debilitamiento del cabello, alteraciones cutáneas, irritación en los ojos, etc.
– Aluminio y Arsénico. A veces también se habla de contaminación por metales pesados incluyendo otros elementos tóxicos más ligeros, como el Arsénico o el aluminio.
El aluminio es un elemento que aunque en la tabla periódica su peso específico no es superior a 5 g/cm3 o que no tienen un número atómico por encima de 20 (no tiene la densidad para ser llamado “pesado”), por su toxicidad, es incluido como uno de los metales pesados en algunas listas de dichos tóxicos.
No olvidemos que el aluminio es un elemento muy abundante en la naturaleza, sólo aventajado por el oxígeno.
El arsénico es la causa más común de intoxicación aguda por metales pesados en los adultos. Aunque el arsénico no es un metal, sino un metaloide (básicamente significa que tiene propiedades de metal y no metal). El arsénico es liberado al medio ambiente por la industria de productos químicos y gafas y llega a los suministros de agua en todo el mundo con la exposición de la vida marina.
El arsénico afecta a la sangre, los riñones y el centro nervioso, el digestivo y los sistemas de la piel, con consecuencias como: dolor abdominal, acrocianosis y necrosis, anemia, anorexia, apatía, ceguera progresiva cardiotoxicidad, cólicos, coriza, la muerte, la demencia, dermatitis, diarrea, mareos, somnolencia, edema, eccema, inhibidor de la enzima, fatiga, fiebre, pérdida de líquido, olor a ajo en el aliento o en las heces, el sistema gastrointestinal, el bocio, la pérdida del cabello, dolor de cabeza, la hemólisis, aumento de la pigmentación hiperqueratosis de palmas y plantas, el herpes, la hiperpigmentación, ictericia, daño o insuficiencia renal, leuconiquia, la disfunción del hígado, los pulmones y cáncer de pulmón y, deterioro mental, la coordinación motora, náuseas, trastornos nerviosos, palidez, parestesias, parálisis, enfermedades respiratorias, salivación excesiva perforación del tabique, sensorio neuropatía, shock, trastornos de la piel, espasmos, estupor, estomatitis, constricción de la garganta, vascular efectos de Raynaud, vértigo, y vómitos, etc.
Una gran particularidad que tienen todos los metales es su capacidad reactiva con el oxigeno y en base a ello con los radicales libres creando un tándem determinante en la patogenia de muchas enfermedades. El oxigeno es una molécula imprescindible para la vida, pero dada su alta reactividad, se convierte también en un elemento tóxico que da origen a la conocida como paradoja del oxígeno.
El oxígeno es una molécula básicamente oxidante. En las células de metabolismo aerobio es el principal responsable de la producción de especies oxidantes. Sin embargo, no todas ellas tienen un origen endógeno, la existencia de factores exógenos, como la radiación solar, toxinas fúngicas, pesticidas o xenobióticos, puede incrementar su nivel.
En condiciones normales, las células metabolizan la mayor parte del oxígeno (el 95%) hasta agua, sin formación de intermediarios tóxicos mediante la vía de la reducción tetravalente, mientras que un pequeño porcentaje (en torno al 5%) lo hace mediante la reducción univalente. En este último caso, una molécula de oxígeno más cuatro electrones y cuatro protones forman dos moléculas de agua y tres intermediarios altamente tóxicos, dos de los cuales son literalmente radicales libres (el anión superóxido e hidroxilo). El tercer producto, H2O2 no puede ser considerado como tal. En situaciones en las que exista una mayor actividad metabólica (etapas del crecimiento, desarrollos activos o procesos inflamatorios) ocurre una mayor demanda tisular de O2 y parte de él se metaboliza siguiendo la vía univalente, generándose multitud de sustancias oxidantes.
Sin ir tan lejos, la acción de las isoenzimas del citocromo P-450, necesarias para la producción fisiológica de colesterol, hormonas sexuales, glucocorticoides, mineralcorticoides y formas activas de vitamina D, son generadores de especias reactivas de oxígeno (ERO).
La segunda gran fuente de ERO también es endógena y está constituida por el metabolismo de las células defensivas. Los polimorfonucleares, los monocitos sensibilizados, los macrófagos y los eosinófilos, para que puedan cumplir su misión, están dotados de diversos enzimas líticas (proteasas, lipasas, nucleasas, etc.), así como de vías metabólicas que generan varias especies químicamente agresivas (básicamente peróxido de hidrógeno, radicales superóxido e hidroxilo, y probablemente oxígeno singlete), cuyo fin último es lesionar y destruir elementos extraños.
Los radicales libres son moléculas u átomos que tiene en su última capa uno o más electrones desapareados( es decir, un número impar). Esta particularidad le confiere una gran capacidad reactiva química que le conducirá a interactuar con otros radicales o con moléculas estables. Esta interacción puede ser de tres formas: el radical puede ceder su electrón desapareado (radical reductor), puede tomar uno de la molécula estable para aparear así su electrón (radical oxidante), o bien puede unirse a la molécula estable. En cualquiera de los tres casos la situación resultante es la génesis de otro radical químicamente agresivo.
La acción OXIDATIVA sobre los lípidos, es el proceso oxidativo más frecuente en el organismo (Halliwell, 1997). Se produce cuando un radical libre se fija a un carbono de la cadena alquilo (CH3-(CH2)n-) de un ácido graso, iniciando lo que se conoce como peroxidación lipídica. La importancia de este hecho estriba en que las cadenas de ácidos grasos, particularmente los poliinsaturados (PUFA) se fragmentan justamente por el carbono que se ha transformado en radical libre, con lo que las estructuras fosfolipídicas de las membranas se desorganizan y destruyen.
importancia de los suplementos vitamínico-minerales
El empleo del término de estrés oxidativo surge a raíz de los numerosos estudios realizados sobre la importancia de los suplementos vitamínico-minerales, para prevenir ciertas patologías metabólicas. Además, el papel de determinados oligoelementos y vitaminas era analizado sobre todo desde el punto de vista de la enfermedad que podía ocasionar su intoxicación y, sobre todo, la carencia. Sin embargo, en los últimos años se ha podido considerar al estrés oxidativo como un trastorno primario, relacionado con la patogenia de ciertas enfermedades en los que la suplementación vitamínico-mineral juega un papel curativo y, lo que es más importante, preventivo. Aunque muchas de sus reacciones celulares son necesarias para una buena salud, todo el proceso debe ser controlado mediante la acción de los Antioxidantes. Un antioxidante con función biológica se define como aquella sustancia que presente en concentraciones muy pequeñas, comparadas con las de un sustrato oxidable, disminuye o evita la oxidación del mismo.
Como conclusiones generales podemos definir que la intoxicación progresiva por metales pesados es una constante de nuestros días y del desarrollo tecnológico de nuestra sociedad, razón primordial para adoptar esquemas de prevención oportunos basado en evidencia y una correcta estructuración de un protocolo clínico.
DATOS DEL ARTICILO DE Paü Heidemeyer
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